Llevamos muchos meses en confinamiento por la pandemia de Covid 19… Muchas cosas, como mamás y papás hemos conseguido tener ya “bajo control”, pero muchas otras que nos preocupan,especialmente las que tienen que ver con el futuro, no están del todo en nuestras manos, tal vez algunas nunca lleguen, otras no estaremos para hacer que se hagan y probablemente estamos ocupando ahora mucha de nuestra energía, como si pre- ocupándonos las cosas se fueran a dar.
He leído recientemente una frase de un sabio rabino. “los problemas sólo se pueden resolver en el momento adecuado”. Y esto me dejó un poco tranquila, pero no inactiva.
Pienso en cómo somos ahora como papás… sí, hacemos mucho, pero ¿cómo somos? ¿cómo nos recordarán nuestros hijos cuando todo esto haya pasado? ¿cuál es la imagen de papá o mamá que queremos dejar estampada en su corazón y en su memoria?
Y mi pensamiento ese día se volvió oración. “Querido Jesús, sé que no es lindo que estemos viviendo con esta pandemia y que todos desearíamos que se termine pronto. Nos has dado la libertad y el conocimiento para que nosotros, los hombres, resolvamos nuestro descuido y nos hagamos más hermanos entre nosotros. Hoy te quiero pedir que me concedas que no se me acabe el tiempo, este precioso tiempo que me has regalado sin llegar a ser ser mejor mamá… (le pedí algunas cosas y le agradecí muchas otras). Y luego me quedé en silencio, por si me quería responder algo…y así, en ese silencio sentí que me decía: “los he escogido a ustedes para que sean los papás de esos niños que tienen en casa. A ustedes les encargo que los hagan felices y buenos.Ustedes saben qué hacer, yo estoy de su lado. Que no se les acabe este tiempo sin haberlos conocido suficientemente, sin haberlos amado y abrazado todo lo que necesitarán; sin haberlos hecho fuertes en su voluntad y en su determinación para hacer el bien; sin haber sembrado en su corazón gratitud,nobleza, misericordia y compromiso. Por eso los escogí a ustedes. Que no se les acabe el tiempo…”
Y ahora, cuando escucho que el semáforo está en naranja o que pudiera estar en verde… me entra la preocupación de aprovechar los días, semanas o meses que nos queden para cumplir nuestra tarea: conocer a nuestros hijos, amarlos entrañablemente y prepararlos para que el día en que todo esto pase, puedan volver al mundo, a ese mundo tan lastimado, pero que será su hogar por mucho tiempo, saquen la casta y sean capaces de sanarlo y hacerlo digno y habitable.
Y al final de ese día de luz, me encontré hablando con mi esposo para concretar nuestro nuevo desafío. Y esto queremos compartir por si fuera de ayuda:
Fuente: Lourdes Moya, Asesor Semper Altuis